Estamos más cerca que nunca de conseguir la oficina perfecta. Un anhelo legítimo para las empresas que se han debatido entre diferentes modelos de espacios de trabajo hasta llegar a una conclusión asombrosa. La mejor oficina es la que no tiene un modelo. O, dicho de otra forma, la que adapta su estructura a las necesidades cambiantes de las personas que allí trabajan. Empresas como Interface han llegado a esta conclusión, en paralelo con corporaciones avanzadas y diseñadores con capacidad de proyectar el futuro, hasta crear un concepto que resume de forma admirable, por su sencillez, lo que debe ser una oficina hoy: +Positive Spaces.
Entornos positivos
Los espacios positivos son aquellos que ofrecen a las personas los elementos necesarios para desplegar todo su potencial profesional y, al tiempo, les brinda un entorno de bienestar y crecimiento personal. Son espacios inspiradores, definidos por la luz, los colores inteligentes y las texturas que aportan una confortable capacidad de concentración. También son positivos en el sentido de que ofrecen diferentes opciones de interrelación entre personas: desde la intimidad absoluta que requiere una video-llamada, hasta la reunión con un grupo de trabajo, pasando por mil formatos que dependen de las circunstancias de cada empresa y su idiosincrasia. Sin olvidar necesidades paralelas al trabajo –ejercicio físico, descanso para un café, perder la mirada en el horizonte– que en este tipo de espacios positivos también encuentran su acomodo. Cuando se trata del diseño de interiores, hemos confiado en nuestros instintos durante siglos pero, en las últimas décadas, el conocimiento científico sobre la eficacia de los espacios se ha convertido en una fuente muy valiosa.
Inspirados en el bosque
Según Interface, este concepto renovador debe ofrecer flexibilidad, permitir que las personas creen sus propios lugares de reunión, sus propios ritmos y hábitos. Si el espacio ofrece la opción de elegir entre sol y sombra, estimulación y reflexión, conectividad y privacidad, aportará sensación de control y bienestar. El reto consiste en crear entornos (+Positive Spaces) que mejoren la productividad, la creatividad y el bienestar de sus usuarios, en lugar de minimizar los costes.
Interface ya desarrolló un interesante trabajo que demostraba la repercusión positiva que tenía la incorporación de la Naturaleza a los espacios laborales, siguiendo las modernas teorías sobre Biofilia. Ahora, con +Positive Spaces da un paso más allá buscando la respuesta a las necesidades de las empresas del siglo XXI en la modularidad y la naturaleza. Los mejores espacios constan de zonas conectadas e interdependientes, como un bosque, que facilitan la implicación de los usuarios.
El del bosque no es el único símil para explicar el éxito de algunos espacios de trabajo que han conseguido recrear un entorno con efectos positivos. Desde el momento en que los expertos ponen el acento en las personas anteponiéndolas a las estructuras de trabajo, se podrían comparar con las pequeñas o grandes comunidades urbanas, creadas históricamente para mejorar las condiciones de vida de sus vecinos.
Las mejores ciudades son aquellas que saben encontrar el equilibrio entre los ámbitos privados (la casa) y los públicos (la plaza). De la misma forma, las oficinas actuales aportan estructuras flexibles que permiten a los usuarios elegir el tipo de entorno, más o menos privado, que necesitan en cada momento. Si a este planteamiento se unen materiales y elementos de uso capaces de generar una atmósfera positiva, nos encontramos muy cerca de la oficina perfecta que mencionábamos al principio. Interface, en este sentido, busca contribuir a los +Positive Spaces con un sistema de pavimento modular que ofrece una amplitud única de diseño y funcionalidad para crear áreas que son adecuadas para un propósito sin diluir la estética general.
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