Ángel Bonet, experto en innovación, nuevas tecnologías y estrategia de marketing, autor del libro ‘El tsunami tecnológico’, explica en este artículo como debemos afrontar el reto de las nuevas tecnologías para convertirlo en una oportunidad de mejorar el entorno de trabajo y la vida en el planeta.

Steelcase, compañía especializada en soluciones para espacios de trabajo, ha inaugurado su Centro de Aprendizaje e Innovación en Múnich

La revolución que ha provocado la llegada de la tecnología disruptiva a las empresas y a la industria ha sido absoluta; ya quedan muy pocas empresas donde los procesos de fabricación sean manuales. Dentro de los espacios de trabajo, aunque la digitalización ha provocado que, cada vez, haya un número menor de procesos manuales, aún existen muchos ámbitos de mejora.

Debemos pensar que cerca del cincuenta por ciento de los empleos serán robotizables en el plazo de veinte años. Esto va a provocar un impacto muy importante. Habrá un mayor número de empresas que, con las mismas personas trabajando, van a poder realizar muchas más tareas. No debemos pensar que este proceso ha de ser negativo necesariamente. Nos va a permitir ser más activos, fomentar más las relaciones, tener más tiempo para innovar y desarrollar nuevos procesos. En definitiva, ser más creativos.

Vamos a ver pintores robots que generarán obras de arte y que además serán muy cotizadas. Médicos, abogados, dependientes, vendedores, camareros, albañiles, arquitectos, remplazados por robots… absolutamente todo se va a poder robotizar.

HACE DOSCIENTOS AÑOS

Si creamos un modelo de vida donde el ser humano deja de ser el motor productivo, su nuevo papel pasará a ser el del vigilante que vela por la creación, por las artes, por las humanidades, por la gestión inteligente de los recursos, por la creación de áreas de innovación.

Es un modelo muy distinto al actual. Pensemos cómo era una oficina hace doscientos años y los cambios que se han acometido desde entonces. Hay una corriente de pensamiento que cree que habrá un descenso en el número de humanos en el futuro. Seremos menos necesarios en labores de producción y ocuparemos nuestro tiempo en actividades lúdicas y creativas.

Pero las empresas se han de nutrir de nuevas mentes, de personas que estén formadas en las necesidades que, cada día, demanda la sociedad. Las universidades y escuelas no van a ir al ritmo que necesitan los nuevos empleos a nivel de capacidades y preparación; la velocidad del cambio es tan rápida que no vamos a tener ni profesores, ni materias, ni sistema para formarlos.

ESCENARIOS DE FUTURO

Los directivos de nuestras compañías, que son personas como todos nosotros, empiezan a ser conscientes de que todo está cambiando, pero hay un alto desconocimiento de lo que va a ocurrir y cuándo ocurrirá. Para responder a estos interrogantes he escrito el libro.

Los directivos empiezan a ver que las cosas cambian, pero no están preparados, como casi nadie lo está en este mundo. Para poner solución a los desafíos que comento necesitamos grandes comités de pensamiento, donde científicos, humanistas, empresarios, técnicos, y visionarios, con un lenguaje sencillo y llano, puedan proyectar hipótesis, escenarios que muestren cómo va a cambiar la sociedad civil y las empresas. Han de ir regulando y estableciendo criterios y normas para que las próximas dos o tres décadas no resulten traumáticas.

Es imposible detener todo lo que mejora la vida de las personas mediante la tecnología, pero sí se puede trabajar en guiar esos nuevos avances para que la economía del siglo XXI no sufra. Para que la sociedad se pueda ir adaptando poco a poco y mejore nuestra vida; no la de unos pocos, la de todos. Ese es el trabajo que deben afrontar nuestros directivos.

MODELOS FORMATIVOS

Para llegar a este punto, necesitamos un nuevo modelo formativo y sabemos que se va a adoptar relativamente rápido gracias a las nuevas tecnologías. Todos podremos aprender mediante una serie de píldoras formativas creadas a medida para cada una de las áreas profesionales, píldoras de contenido que se van a poder producir y difundir de una forma más eficiente, rápida y automatizada. Las oficinas se convertirán en nuevas aulas de másters y postgrados donde, en cualquier momento, podremos avanzar en nuestra formación. Deberán contar con espacios adecuados para estas nuevas actividades, demandadas por sus profesionales y que determinarán si merece la pena o no trabajar en ellas.

Será necesario proyectar espacios para una nueva formación virtual-presencial que permita aprender nuevas capacidades en base a los cambios tecnológicos que se producen en el mundo; un aprendizaje que es aplicable de forma inmediata.

Programa de mesas Power de Actiu

OFICINAS MÁS HUMANAS

Nuestras propias oficinas serán transformadas, tenderán a una mayor tecnificación. Con áreas inteligentes que puedan predecir anomalías o daños en sus componentes, ajustar la temperatura y la iluminación al estado anímico de los empleados, al día de la semana y al ambiente que se vive en el exterior. Gracias a los sensores podrán detectar averías, incluso anticiparse y, mediante el uso de inteligencia artificial, proceder a su reparación.

Debemos pensar que las oficinas del futuro, las que ya muchos arquitectos están bocetando, serán más humanas y estarán más preocupadas por nuestra salud y por el medio ambiente.

Vamos a una sociedad basada en la economía circular. La empresa y la oficina, como espacio donde se ha de dar respuesta a las preguntas de la sociedad, va a vivir una transformación total de su modelo de negocio, de su modelo productivo. Las empresas no sólo estarán pendientes del resultado financiero, también van a estar muy preocupadas por su impacto social, especialmente en el medio ambiente.

DESEQUILIBRIOS

El verdadero y único peligro del avance tecnológico es, sin lugar a dudas, el desequilibrio de la riqueza. Que la avaricia humana no sea capaz de redistribuir la riqueza, para crear un equilibrio entre ricos y pobres, y se generen aún mayores desigualdades.

Hoy vivimos en una sociedad donde el uno por ciento de la población concentra el noventa y nueve por ciento de la riqueza de nuestro mundo, y eso es terrible. Es una aberración absoluta.

Lo que debe aportar la revolución tecnológica es todo lo contrario: debe generar una democratización total y permitir que se consiga un acceso universal al conocimiento, a la sanidad, a las capacidades productivas, e ir eliminando las diferencias entre ricos y pobres, para que el planeta sea un espacio donde todos los seres humanos podamos disfrutar de calidad de vida.

Gracias a la revolución tecnológica volveremos la vista al cuidado del medio ambiente, a la erradicación de las enfermedades y del hambre en el mundo. Será como una vuelta al Renacimiento, una nueva época en la que el ser humano va a contar con tiempo para crear, pintar, pensar, desarrollar una arquitectura maravillosa. Si somos inteligentes, sabemos redistribuir esas rentas y nos apoyamos en la tecnología para ganar tiempo y espacio, podremos decir que la revolución tecnológica habrá supuesto un gran triunfo para la sociedad.

TODO VA A CAMBIAR

Todos debemos de unirnos a esta nueva onda. Quien no quiera sumarse a la transformación tecnológica será como las personas que deciden vivir como ermitaños en una esquina de nuestras oficinas sin relacionarse con nadie, sin apoyar los nuevos cambios empresariales y, en definitiva, apartados del mundo. Siempre habrá quien adopte esta postura y debemos respetarle, pero hay que entender que estas transformaciones son para mejorar la vida en el mundo, y eso nos favorece a todos.

Van a cambiar nuestras costumbres y será positivo, porque la finalidad es buena. Todo se está creando para mejorar el mundo, y no podemos mirar hacia otro lado.

El riesgo de quedarse fuera del sistema es altísimo y, aunque cada uno ha de elegir su camino, no podemos esperar mucho para tomar la decisión.

TEXTO ÁNGEL BONET 
ILUSTRACIÓN RAÚL BENEDITO
Ángel Bonet

ÁNGEL BONET

Experto en innovación, nuevas tecnologías y estrategia de marketing y ventas, con más de veinte años de experiencia profesional. Actualmente es Chief Sales & Marketing Officer en Minsait (Indra Company), multinacional española de servicios y tecnología con más de 30.000 empleados en noventa países, y asesor de empresas familiares, startups y multinacionales. Es fundador y presidente de la primera aceleradora de impacto social en España, UnLtd Spain Foundation que apoya a más de quince mil startups en diez países, cincuenta y dos en España, convirtiéndose en un referente mundial en el ecosistema de emprendimiento social. Como profesor ha sido invitado en Esade, Iese, IE, Esic, La Salle, Ipade, TEC de Monterrey y la Universidad de Deusto. Es autor del libro ‘El tsunami tecnológico’, Ed. Deusto, 2018, que analiza el proceso de transformación digital actual.