Se dice que Steve Jobs le pidió a Norman Foster que ubicara los lavabos de la nueva sede de Apple alejados de las zonas de trabajo operativas a fin de obligar a sus empleados a caminar hasta allí y provocar encuentros fortuitos y creativos entre ellos. Tal era la fe que el visionario creador de la compañía de la manzana tenía en los espacios colectivos como sede de la chispa creativa.
Un aspecto del auditorio del nuevo Apple Park de California, proyectado por Foster +Partners.
Espacios de relación
Desde la antigüedad, los edificios públicos —basílicas, baños públicos, iglesias y mercados medievales— han cumplido una función colectiva. Son los espacios colectivos que permiten al hombre interrelacionarse con otros. Precisamente, en el siglo X, en medio de un entorno predominantemente rural e incipientemente comercial y, como respuesta al orden social basado en el feudalismo, aparece la Iglesia. Su grandiosa presencia demostró el poder de la arquitectura. En la sociedad contemporánea, estos lugares, donde se da el intercambio social como consecuencia de una necesidad humana, están compuestos por espacios y edificios que son sede de usos comunes y de interés para una amplia población, que inciden sobre la experiencia de la colectividad.
Los equipamientos, entendidos como espacios colectivos, como constructores de la vida cotidiana, de las actividades de interacción social y del encuentro, adoptan hoy diversidad de formas, escalas y funciones. Identificamos como espacios colectivos los dedicados a la enseñanza, los edificios públicos gestionados por y para la administración de las ciudades. También son espacios colectivos los orientados a actividades artísticas o de ocio. Como son las bibliotecas, los museos, los teatros y auditorios. Y a estas diversas tipologías, hay que añadir una relativamente nueva, que aquí nos interesa especialmente, que es la que se desarrolla en el interior de los núcleos de trabajo.
Espacios colaborativos
Según nos recuerdan los expertos, la mejor forma de entender estas áreas de uso compartido es considerarlos espacios colaborativos. Son zonas cada vez más comunes en el diseño de oficinas. Pensadas para mejorar la productividad, la creatividad y el bienestar de los trabajadores y, sin embargo, la eficacia no depende exclusivamente del diseño o de los muebles que se elijan a la hora de crearlas. Son varios los factores que inciden en que se convierta realmente en un espacio colectivo útil. La colaboración, en definitiva, depende de la cultura de la empresa, la tecnología y el espacio de trabajo.
Espacios polivalentes en las oficinas Slack de Toronto, proyecto de Dubbelsam Architecture + Design.
El tercer espacio
Según los expertos de la firma británica K2 Space, las áreas colaborativas se pueden definir como el nuevo tercer espacio. Tradicionalmente, el tercer espacio se ha definido como un lugar a mitad camino entre el hogar y la oficina. Un buen ejemplo de esto es una cafetería donde las personas pueden trabajar cómodamente con su ordenador portátil, acceder a la red a través de Wifi y socializar. La novedad consiste en que el espacio social entre el hogar y el trabajo ahora se incorpora a la oficina en diferentes formatos asociados a áreas entre estaciones de trabajo y salas de reuniones formales.
Gracias al entorno digital actual que permite la movilidad laboral y que provoca reunirse e intercambiar ideas en diferentes áreas colaborativas de trabajo, los responsables de las instalaciones corporativas pueden obtener lo mejor de sus empleados. Para ello deben ofrecerles espacios donde se sienten física, acústica e intelectualmente cómodos.
El primero de los factores que influye en la creación de espacios colaborativos funcionales es algo específicamente orientado a cada empresa, lo que convierte a cada compañía en única. La clave está en utilizar todas esas definiciones y métodos de trabajo que tiene la organización para fomentar la colaboración entre los empleados.
Estrategia Google
Por ejemplo, según recuerdan los expertos de Lambdatres, en el caso de Google, su estrategia se centra en permitir tiempo libre dentro del horario laboral para que los ingenieros puedan desarrollar sus propios proyectos. Estos se han convertido en un importante activo de valor en el mercado y en una manera de retener el talento en la empresa.
La tecnología es el segundo de los factores que se asocia a la creación de espacios colaborativos. Negar el hecho digital es negar el incremento de la capacidad productiva que se puede lograr aprovechándose de ella. Alguna de las tendencias que se ha incorporado en este sentido es la desaparición del papel como instrumento único de trabajo, la flexibilidad de horarios y de lugares en los que llevar a cabo la labor del día a día, así como el uso de los softwares más avanzados para conseguir los mejores resultados en los proyectos.
En tercer lugar, para fomentar la colaboración en los ambientes de trabajo se encuentra el diseño del espacio. No es casual que sea el tercer factor, ni le resta por ello importancia. En realidad, ocupa esta posición por una razón muy simple. El diseño del espacio laboral debe partir de las otras dos características para adecuarse a ellas e incorporarlas al ambiente de trabajo.
Lo digital libera espacio
Existe una tendencia clara a incrementar la inversión en áreas colaborativas dentro de las oficinas, según afirman en K2 Space. Aumenta el cuidado de espacio como el área de la cocina o el backoffice para incorporar mesas, sillas informales y otras instalaciones.
Se ha superado el tiempo en el que un buen espacio social se consideraba «algo agradable de tener» como parte del diseño de una oficina. Este tipo de instalación ahora se fomenta, particularmente en lugares de trabajo más grandes. Existe la convicción de que una cocina común para el personal puede ayudar a los jóvenes y a la alta gerencia a interactuar de manera más efectiva.
La informática
Ken Harry es arquitecto del estudio de Texas Abel Design Group y explica cómo las firmas de abogados están evolucionando en este sentido. La introducción de la informática ha tenido una gran influencia en la disminución de la asistencia personal. «Tradicionalmente, la proporción era de un secretario por abogado. Ahora, estamos viendo a una secretaria por cada cinco o seis abogados. Si una secretaria necesita nueve metros cuadrados, esta liberación implica un gran impacto en el espacio».
(La imagen corresponde al Book Mountain and Library Quarter, proyecto del estudio MVRDV localizado en la localidad holandesa de Spijkenisse).
Al mismo tiempo, los avances en la tecnología significan que las instalaciones como bibliotecas y archivos se trasladan a la nube, liberando áreas que son ideales para convertirse en entornos de redes sociales.
Las comodidades del hogar marcan la diferencia en el equipamiento de la oficina colaborativa. Las opciones de mobiliario como los sofás de respaldo alto, junto con las áreas alfombradas y la iluminación cálida y directa funcionan en una estancia donde se puede intercambiar ideas o simplemente relajarse.
Un buen espacio social es increíblemente flexible y polivalente. Uno pequeño puede servir como cocina, área para comer, espacio informal para reuniones, servicio de escritorio, espacio para capacitación, presentaciones y fiestas.
Un gran espacio social
La empresa de comercio electrónico Groupon ha presentado recientemente un gran espacio social en su oficina de Londres, que aprovecha las vistas del Támesis y el Tower Bridge. El espacio de la oficina moderna incluye una cocina con una barra de desayuno para dieciséis personas, que permite que los equipos completos coman juntos. Una combinación de cabinas, sofás, sillones giratorios y asientos de plástico también ofrece una selección de lugares para reuniones y relajarse. Finalmente, el personal puede tomarse un descanso y disfrutar de las mesas de ping pong.
Los espacios sociales pueden jugar un papel importante en la solución de problemas de una oficina abierta. Los gerentes de las instalaciones están comenzando a incorporar espacios sociales en forma de cabinas acústicas. Crean barreras de sonido efectivas entre un equipo de desarrolladores y un equipo de ventas ruidoso.
Cada vez más, los espacios colectivos incorporan instalaciones que permiten que las reuniones tengan lugar en ellos. Sin un proceso de reserva formal las personas eligen reunirse en espacios sociales antes que en salas de reuniones y salas de juntas tradicionales. Algunas compañías se sentirán muy cómodas al llevar a sus clientes a estos espacios, haciéndolos sentir más cercanos a su marca y haciendo que su relación sea más genuina.
TEXTO MARCO BRIONI INFORMACIÓN K2SPACE, LAMBDATRES, ABEL DG ILUSTRACIÓN: FREEPIK