Hasta hace unos meses, el mundo del coworking vivía impulsado por unas cifras de crecimiento muy altas que, en España, todavía tenían margen de crecimiento. La necesaria distancia social, rigurosa como en un futbolín, y los retos internos a los que se enfrenta el sector son un desafío que es necesario encarar con mucha imaginación. Esta es una radiografía de la situación actual de los espacios coworkings.
Según nos comentan desde Prowork Spaces (Asociación de Operadores de Espacios de Trabajo Flexibles) estamos ante un sector enormemente diverso. No tanto por el tamaño como por los distintos tipos de clientes y las distintas condiciones de contratación. Ante una situación como la provocada por la reciente crisis sanitaria, aquellos negocios que se han dirigido principalmente a usuarios freelance. En su mayoría sin permanencias ni garantías, han sido los más duramente golpeados en el primer minuto.
Gastos en alquiler
El coworking “tradicional” ha tenido un crecimiento espectacular, seguramente porque la barrera de entrada es mucho más baja. Las inversiones en muchos casos son inferiores, se compatibiliza con otras actividades y la barrera de salida es también baja. Mientras que los coworkings dirigidos a un perfil de cliente más empresarial, obligados a tener infraestructuras más potentes, con inversiones mayores y una barrera de entrada mayor cuentan, en muchos casos, con permanencias y quizás aguanten mejor esta primera fase de la crisis.
El gasto en alquileres supone un porcentaje muy importante de los gastos (en torno al 40-50%), pero también hay muchos gastos en personal, servicios y suministros. Según entienden en la Asociación. “Si en esta primera fase inicial muchos coworkings cierran, es posible que, después de esta situación, abran incluso más que los que había antes. Y en medio, hay casi tantas tipologías como espacios, dependiendo de su producto, sus clientes, sus usos de contratación, la componente de servicio. Pero todos volcados en encontrar soluciones que nos permitan salir de esta situación temporal”.
El impacto de la crisis
Los entornos laborales flexibles se abren al mundo y estaban experimentando un crecimiento –antes de la crisis– que se puede cifrar en un 15% anual. En España, se han instalado con mucha fuerza ya que, tanto trabajadores independientes como startups, lo consideran la mejor alternativa de cara a reducir costes y potenciar sus proyectos. Además, permiten que las relaciones entre profesionales de diferentes sectores se afiancen y se creen sinergias.
Según señala Tom Mulvaney, presidente de la asociación británica UBCUK: “Existe una gran confianza en que el mercado español continuará manteniendo su tasa de crecimiento de dos dígitos. En las dos plazas más grandes, Madrid y Barcelona, el espacio flexible representa menos del 2% del stock total de oficinas, menos de la mitad de la cifra del Reino Unido. Se habla de que el mercado flexible crecerá aquí entre el 15% y el 30% del stock total de oficinas para 2030”.
A pesar del sentir general sobre el probable crecimiento de la industria del coworking, en la jornada de Prowork Spaces, celebrada en Barcelona el pasado mes de octubre, hubo un desacuerdo considerable sobre los efectos de una recesión en la industria. Y hay que recordar que, en aquel momento, nadie podía imaginar que estaba a punto de irrumpir la crisis de la pandemia. Algunos ponentes daban por sentado que estamos a punto de entrar en recesión. La desaceleración de las economías de EEUU y Alemania y el Brexit estaba en la mente de todos, aunque ahora nos parecen leves dolores de cabeza comparados con la que ha caído en la economía global. En opinión de Tom Mulvaney, “lo más probable es que, ante una recesión global, se abra un periodo de competencia de precios”.
Espacios nicho versus generalistas
Las preocupaciones del sector no acaban aquí. “Es necesario estar preparado para responder a los nuevos competidores que ingresan en la oferta de la oficina flexible desde sectores como la hostelería y el contract”. Lo asegura Jonathan Weibrenn, director de BE Spoke, y se refiere a éstos como Operadores Híbridos que, claramente, van a perturbar aún más el mercado.
Existe un debate abierto sobre la conveniencia de trabajar con espíritu de nicho –coworkings especializados en un mercado vertical como el arte o las mujeres– o ser fiel al espíritu original de la oficina flexible promoviendo la diversidad de miembros, la creación de comunidad y la colaboración entre disciplinas. Según los expertos, la opción nicho puede ser más lucrativa al principio, pero, a la larga, es la más arriesgada.
Espacios nicho
“Las condiciones actuales de alta demanda para espacios de trabajo no continuarán siempre, y será necesaria una verdadera diferenciación para competir con éxito”. Lo dice el experto en trabajo flexible y director de la compañía Formations, Uri Bar-Joseph. “Los operadores se verán obligados a innovar o morir. Este proceso de diferenciación ya ha comenzado con la aparición de espacios coworking nicho, como Naplab, un coworking tranquilo con sede en Bangkok que ofrece espacios para hacer una siesta. Riveter, un operador de coworking con sede en Seattle que fue construido por mujeres, está diseñado en torno al empoderamiento y el bienestar femenino”.
Otro apasionado debate en el mundo coworkings es el relativo a la importancia del diseño de los espacios con una clara división entre los partidarios del enfoque estético y los técnicos. Los primeros ensalzan las virtudes de la conexión emocional, la historia del edificio y su valor como experiencia para miembros y visitantes. Mientras que los segundos recuerdan que los presupuestos y el retorno de la inversión tienen que ser los verdaderos objetivos. Parece que en el equilibrio de estas dos visiones se encuentra el futuro de los coworkings.
Coworkings y sostenibilidad
En cuanto a la discusión sobre la sostenibilidad, los espacios flexibles ofrecen una gran ventaja de partida. Cada coworking activo reduce las emisiones de carbono en un promedio de 118 toneladas al año gracias a los desplazamientos más cortos que genera. Al permitir que las personas trabajen más cerca de casa, un espacio de trabajo compartido ahorra a los empleados un total de 7.416 horas de viaje al año de promedio, según una investigación realizada por la compañía Regus. Esto, no solo ayuda a las empresas a reducir su huella de carbono, sino que también puede mejorar el bienestar de los empleados y el equilibrio entre la vida laboral y personal.
Un informe elaborado por la empresa norteamericana de empleo Clutch estudia hasta qué punto los empleados que trabajan en coworkings se encuentran satisfechos. Los resultados muestran un porcentaje muy alto, cercano al 77 por ciento, de personas contentas con esta opción. Pero también se reflejan algunas de las grietas que aparecen en la consideración de estos entornos. El informe detecta hasta seis desafíos a los que se enfrentan los espacios de coworking para mejorar: distracciones/ruido, falta de privacidad, espacio limitado, equipo insuficiente, problemas de seguridad e incapacidad para personalizar el espacio de trabajo.
Las empresas que superan los principales desafíos de coworkings pueden hacer que los empleados sean más felices y tengan más probabilidades de querer trabajar en un espacio de oficina compartido, en lugar de hacerlo de forma remota.