El escenario de la sitcom The Office nos devuelve a una época en que la oficina giraba alrededor de la productividad y las personas eran unos pobres diablos atolondrados que suplían con humor y optimismo el absurdo de encerrarse en un espacio asfixiante para trabajar durante la mayor parte de sus vidas.
Si os acercáis a Chicago, concretamente al 540 N de Michigan Avenue, podéis entrar en algo parecido a un museo que recrea los escenarios de la serie de humor The Office. Allí os podéis sentir, por un rato, miembros del absurdo grupo de empleados que componen el staff de la ficticia compañía de papel Dunder Mifflin, de Scranton, Pensilvania. Os podéis sentar en la mesa de Michael Scott, el histriónico jefe, hacer un selfie en la recepción ochentera o disfrutar de los despachos donde transcurren las historias surrealistas de la serie más negra y absurda sobre un grupo de gente que hace ver que trabaja.

The Office, como espacio de trabajo, es la pesadilla de un millennial
Por supuesto, no puede faltar una tienda de regalos al final de la visita a The Office Experience, donde encontrar los innumerables gadgets que pueblan las nueve temporadas de la comedia.
El set de The Office reproduce una oficina abierta gris, atolondrada, con las mesas abarrotadas de objetos personales, mal iluminada, pésimamente decorada y, se adivina, con una calidad de aire nefasta. Un espacio feo y sin personalidad del que huiríamos a la primera de cambio si nos toca la mala suerte de trabajar allí. The Office, como espacio de trabajo, es la pesadilla de un millennial. Y, sin embargo, el escenario reproducido en Chicago se llena de gente que se fotografía en ese ambiente para guardar el recuerdo y enseñarlo con orgullo a la familia. Mira dónde he estado…
Un viaje al pasado reciente
¿Cuál es el imán de un decorado tan anodino que nos induce a pagar una entrada para realizar una visita homenaje? Sin duda, el poso de buen rato y risas que la comedia ha dejado, embellecido por la condición mítica que adquiere un espacio televisivo en el que hemos entrado y salido durante nueve años. Es la oficina que tenemos la suerte de no pisar más que en sueños y los personajes que, en algún caso, podríamos reconocer.

El repaso visual de la oficina se convierte en un documento sobre lo que hemos dejado atrás, con el combo formado por el teléfono, la grapadora, el portacelo, el guardaclips y la foto familiar colocados en fila india sobre una mesa de melamina. Es un viaje al pasado reciente, mucho antes de que conceptos como human centric o espacio colaborativo se hubieran formulado.
El espacio físico y virtual nos fascina porque forma parte de nuestra memoria colectiva y las risas son un estímulo irresistible para la nostalgia. Se supone que nos divierte recuperar el entorno de los empleados de Dunder Mifflin. Pero, sobre todo, nos recuerda que cualquier tiempo pasado fue peor.
La original de Gervais
The Office es la versión norteamericana de una serie de éxito británica escrita y protagonizada por Ricky Gervais. Es un caso poco habitual de versión que supera en popularidad al original. Nueve temporadas, millones de seguidores y personajes que han trascendido a todo el mundo avalan el acierto de esta comedia de humor absurdo. Steve Rostine es el autor de los decorados de la oficina de Dunder Mifflin en Scranton.
- TEXTO MARCEL BENEDITO
- FOTOGRAFÍA CORTESÍA NBC
