La obsesiva ambientación de las oficinas de Mad Men nos demuestra que la historia de nuestro pasado también se puede contar a través de los diseños que han configurado su entorno. El paisaje fascinante de estas oficinas es el verdadero protagonista.

En la multipremiada, archiseguida y supercelebrada serie Mad Men, asistimos durante siete espléndidas temporadas a una sutil pero evidente evolución del mundo del trabajo –en este caso, se trata de una agencia de publicidad en la neoyorkina Madison Avenue–, a través de sus dramas humanos y estéticos.
La historia que sigue las vicisitudes del preclaro (y ligeramente macarra) Don Drapper, rezuma machismo, tabaco, whisky, jerarquías, capitalismo salvaje, sumisión laboral y muebles maravillosos de los años 60. ¿Qué ha quedado de todo eso hoy en día? Los muebles de los años 60. Afortunadamente.

De entrada, adelantemos que la puesta en escena de cada capítulo, obra del discutido y maniático productor Matthew Weiner, es tan exageradamente fiel a la realidad que la serie es, ahora mismo, el mejor documento gráfico de aquella época fascinante.
Las oficinas que nos presenta la serie se dividen en dos áreas con roles muy asignados. Por un lado, el open space que ocupa la nube de secretarias y asistentes que se mueven por la agencia Por otro lado, los despachos de dirección con su gran mesa de caoba, sus sofás para reunirse o hacer una siesta y el mueble bar siempre a mano.

Dos mundos en conflicto
La ambientación de los despachos oscila entre dos mundos que parecen a punto de colisionar: el de la representación de la superioridad jerárquica con vistas a Manhattan y el atribulado e impersonal conjunto de escritorios funcionales de las trabajadoras de a pie que empiezan a reclamar más poder de decisión. El viejo orden y el anuncio de lo que está a punto de llegar. El aroma masculino a tabaco, reuniones y zancadillas, contra el perfume sutil y práctico del personal femenino, eficiente y sin complejos.
La arquitectura racional que asoma en las sillas de aluminio y los muebles más funcionales convive con cortinones floreados y alfombras mullidas propias de los hogares de entreguerras. Los primeros diseños autoconscientes, pensados para democratizar el buen gusto se convierten en iconos del poder, contradiciendo el objetivo de su creación. Las élites se lo apropian, pero no saben muy bien qué significa. El trabajo tradicional empieza a dejar paso a otras formas de entender la oficina. Los propios personajes se mueven en un ambiente crepuscular que anuncia un futuro muy distinto.
Entre el diseño y la tradición
La serie muestra un paisaje interior tan detallista como contradictorio, repleto de referencias que aún siguen siendo vigentes, junto a otras que nos parecen completamente superadas. ¿Qué demonios tiene la estética de aquella década para que setenta años después nos siga molando?
Tal vez (y es una teoría), nos fascina asistir a la decadencia de una época representada en un escenario por la inesperada lucha entre el diseño y la tradición. Asistimos al nacimiento de una sensibilidad, que es la nuestra, en contraste con la de nuestros elegantes y desorientados abuelos. Por una vez (gracias, Matthew), el diseño nos da una lección de historia y nos señala el camino.

MANZANAS DEMASIADO GRANDES
El poderoso productor de Mad Men, Matthew Weiner, confió en su directora de arte, Claudette Didul-Mann, la recreación de los sets de la serie exigiendo que el mobiliario de Herman Miller, firma de referencia en aquellos años en EEUU, fuera real y no reeditado. Se consultó con los archivos de la empresa para acertar la tapicería real de cada temporada según el año en que suceden las historias. La recreación de los escenarios es tan fidedigna que se produjeron anécdotas asombrosas. Como una ocasión en que se rechazó un centro de frutas porque las manzanas tenían un calibre que era imposible de conseguir en los años 60. El Museum of the Moving Image de Nueva York (www.movingimage.us) celebró una exitosa exposición en 2015 con vestuario y muebles traídos directamente de los sets.
TEXTO: MARCEL BENEDITO
FOTOGRAFÍAS: CORTESÍA AMC