¿En qué única entrega de la saga James Bond aparece la jefa del servicio secreto inglés trabajando en un despacho de diseño actual? Si sabes contestar a esta pregunta eres uno de los escasos fans de James Bond que también ama el diseño. Si no puedes hacerlo, sigue leyendo y asómbrate de lo que te vamos a contar.

Reconozcamos que el despacho del jefe de James Bond es más rancio que un tapete de ganchillo encima de una butaca orejera. Es como si el director del MI6, en vez de asumir que trabaja con poderosas herramientas digitales dedicadas a la inteligencia, estuviera empeñado en hacer la competencia al secretario de Conservación del Patrimonio.

El despacho de M no ha evolucionado un ápice en sesenta años

Siempre ha sido así. El jefe trabaja en un despacho de rancio abolengo imperial cuajado de boisseries, tinteros, óleos de la batalla de Trafalgar y un perchero de cuernos para que 007 haga la bromita infantil de lanzar el sombrero. El añejo despacho de M representa los valores inmarcesibles de la vieja Commonewalth donde viene a rendir cuentas el agente más díscolo y eficiente de la escudería. Es una oficina que representa en su esencia los valores del Reino Unido como lo hace cualquier otra respecto al espíritu corporativo de su empresa.

Quantum of solace sillon Interstuhl

A su lado, las futuristas y peligrosas instalaciones del villano de turno producen envidia y, aunque disfrutan de sillas de reunión electrificadas que producen más de un disgusto, nos permiten entrever la supremacía tecnológica e ideológica del archienemigo de Bond, entretenido en acariciar a un gato o en alimentar tiburones con el fondo musical de Bach. Si no se sale con la suya es porque contrata a esbirros extremadamente torpes, no porque no tenga buen gusto.

Ken Adam, diseñador de producción

Al reputado diseñador de producción Ken Adam los productores de la serie le encargaban imaginar y dibujar los colosales espacios villanos de cada episodio. Inspirado en la maldad más estimulante, el diseñador esbozaba unos escenarios de aquí te espero que ya son historia del cine (la Taschen tiene un libro magnífico sobre este diseñador). Mientras, para representar la oficina del jefe del servicio de inteligencia británico bastaba con desempolvar el set de la librería de madera y su no menos anticuada recepción ocupada por la sosa de Moneypenny y sus archivadores metálicos.

El fandom de la serie quiere que le cuenten siempre la misma historia de modo que el Vodka Martini agitado, los artilugios de Q y el escritorio con carcoma no se pueden tocar. La ausencia de evolución se ha mantenido intacta hasta nuestros días –tras sesenta años de aventuras, que no son pocos–­… excepto en una gloriosa ocasión.

Quantum of solace sillon Interstuhl

Quantum of Solace, la excepción

Solo hubo un episodio en que se modernizó el ático del edificio del MI6, ocupado en aquel entonces por la buena de Judi Dench, se mostró al mundo que Reino Unido mira al futuro sin complejos y la modernidad de Carnaby Street no fue casualidad. Se trata de la segunda entrega protagonizada por el malhumorado Daniel Craig, titulada Quantum of Solace (2008), en que la directora disfrutaba de una oficina acristalada con vistas al vestíbulo, un escritorio de origen dudoso, pero aspecto modernito, una lamparita PH 4/3 de Louis Poulsen y unas fantásticas sillas de… Interstuhl. ¿Qué sucedió?

Tras un exhaustivo trabajo de investigación de esta redacción, no hemos averiguado a qué obedeció aquel repentino cambio de rumbo estético que auguraba una ruptura feliz con el pasado estético de la saga del agente secreto más sexy de la historia. Fue matar a la jefa del Servicio de Inteligencia en la siguiente entrega y el pelmazo de Ralph Fiennes recuperó el despacho anacrónico sin dar explicaciones a nadie.

Quantum of solace sillon Interstuhl

Dicen las malas lenguas

¿Había sido un espejismo posmoderno provocado por la quisquillosa actriz inglesa tras una visita al Salone de Milán? ¿Un cambio de rumbo estético que no dio sus frutos en taquilla y molestó a los fans más recalcitrantes? ¿Un excedente de presupuesto mal digerido?

No tenemos respuesta estos interrogantes. Las mentes maliciosas que gustan de acariciar gatos persas insinúan que todo se debe a un comentario fastidioso del entonces príncipe Charles en una de sus frecuentes visitas al set de rodaje. Ya sabemos que el flamante rey es un acérrimo defensor de la arquitectura tradicional británica y no hay que olvidar que nuestro protagonista siempre trabaja al servicio de Su Majestad.

  • TEXTO MARCEL BENEDITO
  • FOTOGRAFÍA CORTESÍA EON PRODUCTIONS